De cuando lo político se vuelve personal – Years and years


Recientemente se estrenó en México a través de HBO el último capítulo de una serie inglesa de la BBC titulada «Years and years»; una interesante propuesta que narra, entre muchas otras cosas, cómo tanto lo que sucede y se decide en las altas esferas de la política como los grandes o pequeños avances de la tecnología incide notablemente en nuestra historia personal.

«Years and years» es protagonizada por Anne Reid, Jessica Hynes, Russell Tovey, Rory Kinnear, T’Nia Miller, Ruth Madeley, Jade Alleyne y Lydia West.

Los Lyons son una familia inglesa que tiene una dinámica constante: la comunicación absoluta. Sus reuniones familiares no se limitan al encuentro físico, cada tantos días o cada que alguien quiere compartir algo, ya sea bueno o malo, sólo levanta la voz en casa y pide a Signor (Una especie de Alexa de Amazon, Google Home o Siri de Apple) un enlace familiar. El aparato hace lo suyo, llama a los móviles y los conecta de inmediato. Todos los miembros de la familia responden, aún cuando cada cual está en sus ocupaciones, viendo la televisión o cenando en su respectivo hogar.

Mientras están todos al teléfono, discuten sus problemas, cuestionan la política nacional y siguen los pasos de una arrogante figura política que va cobrando relevancia en los medios que podría habitar cualquier país del mundo, Vivienne Rook. Es a través de estos «enlaces familiares» como se revelan los personajes y se deja entrever cómo, ante un mismo tema emergen las diferencias de opinión y surge la complejidad de lo cotidiano.

Emma Thompson interpreta a Vivianne Rock, una figura política atrevida y desafiante.

Uno de los puntos clave de «Years and years» es cómo pasa el tiempo. Si usted vio y disfrutó la manera en la que está contada la película «One day», esto le resultará parecido. El correr de los años es vertiginoso en esta serie, en cada capítulo nos situamos prácticamente en el mismo día y mes, pero en años distintos, siempre adelante y es así como nos aceramos a su premisa, cómo lo macro trastoca lo micro. Economía, migración, tecnología, comunicación, política, violencia y discriminación son sólo algunos de los temas que se relacionan con esta familia compuesta por una matriarca y cuatro hijos adultos, cada quien con su respectiva historia, hijos y problemas.

En «Years and years» lo político se vuelve personal.

Muchos dirán que la trama se asemeja a capítulos de «Black Mirror» y hay algo de cierto, aunque ello no signifique que la serie es «del tipo». Situado en el futuro, el guión reflexiona cuáles serán los problemas a los que nos enfrentaremos como sociedad y cómo evolucionarían las formas en las que entendemos el mundo hoy para darle sentido a la historia con basta verosimilitud.

La experiencia de contemplar «Years and Years» implica constantes vueltas de tuerca en la trama, de esas que hacen a uno saberse diminuto e insignificante. Las diversas situaciones que los personajes atraviesan construyen un lazo de empatía significativo, pues nos remite a esos momentos donde si se nos pregunta, no sabemos qué hacer para que las cosas en nuestra ciudad, país o mundo cambien, pues «el sistema» es más grande que todos juntos y las decisiones que van marcando el rumbo de nuestros días parecen tomadas desde esferas más altas, lo que nos hace pensar que al final del día todo lo político se vuelve personal y viceversa.

El mensaje final de la serie es contundente y poderoso. Conforme avanzan los capítulos se nos transporta a un intenso desenlace donde se revela la verdadera intención del guión. La invitación es aventurarse, dejarse llevar, sentirse diminuto y cómplice de los Lyons en esta producción que aparenta ser un drama familiar pero resulta una potente reflexión del vértigo que ofrece el futuro.

«Years and years» es una serie creada y escrita por Russell T. Davies, conocido también por su reciente estreno en Amazon Prime «A very English Scandal». Tambíen ha escrito decenas de capítulos de clásico de la televisión inglesa «Dr. Who».

Disponible por HBO GO.

Alguien más está en Netflix #ChemoRecomendación


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La culpa la tiene Netflix: Club de cuervos


La culpa la tiene Netflix
Detesto el fútbol pero amo Netflix y la posibilidad de ver la primera producción original hecha en México para la cadena de streaming me hizo creer que 40 minutos de soccer por capítulo valdrían la pena para ver «Club de cuervos«, bajo la dirección de Gary Alazraki. Otra razón de peso: el rol protagónico de Mariana Treviño, una joven y talentosa actriz que imprime siempre sinceridad en sus personajes. Podrá usted recordarla por su cómica intervención en «No sé si cortarme las venas o dejármelas largas» donde interpretaba a una secretaria del Ministerio Público o en «Tercera llamada» como la asistente de dirección más fiel.

Antes de iniciar la masacre confieso que soy devoto de las series hechas en nuestro país y odio los calificativos de que por ser mexicano ya es malo, pero «Club de cuervos» deja mucho que desear. Y donde más lo hace es en la producción, numerosos errores de continuidad que saltan a la pupila y distraen la atención del espectador para que este piense «Chale, ¿en serio? el jugador que hace medio segundo vestía bóxer ¿ya trae short?» o «¿En serio en un partido de fútbol profesional los jugadores del Cruz Azul no tienen números en sus playeras?» o «¡Un momento! El actor tenía la mano en otro lado.» y así un sinnúmero de detalles que nos hacen pensar que la producción sufrió de serios atentados en la falta de precisión.

Resulta insufrible entrar en la convención del mundo de Nuevo Toledo donde los medios de comunicación son recreados de manera abaratada, con actores haciendo de comentaristas deportivos que pareciera en su vida han visto Fox Sports o mínimo Los protagonistas. Insufrible porque no hay una coherencia a lo largo de la serie con detalles como éste. Me explico: mientras que el programa de deportes sucede, con un nombre y diseño más genérico que La Hora Nacional, convive con ejemplos reales como CNN, Expansión y la revista Quien. Y es que aunque la propuesta sea marcar una diferencia de calidad existente entre medios nacionales y locales, la verosimilitud de estos no se ve reflejada en las imágenes. Cubos de micrófonos hechos de madera, un símil de la revista TV notas cuyo nombre más creativo fue “TV Noticias”, etc. Eso y lo raro que se ven los flashbacks doblados para que el actor que interpreta a Don Salvador Iglesias de jóven tenga la misma voz que el actor viejo, sin que nos demos cuenta.

Sin duda el reto más grande fue llenar el estadio y que no se notara la manipulación digital o los trucos de edición para maquillar las butacas vacías, al menos hasta el capítulo 6, ahí donde voy. Uno a uno, los pequeños detalles ante la cámara provocan que la credibilidad tire a la trama, que hasta ahora ni siquiera he mencionado, porque la anécdota en realidad buena y la mayoría de las actuaciones valen la pena.

La primer serie mexicana con el sello «Original de Netflix» me hizo pensar de más y dejarme llevar por la grandiosa y creativa campaña publicitaria que hay detrás de esta producción. Quizá la culpa la tiene Netflix, por bombardearnos de las grandes referencias internacionales que nos obligan a esperar un nivel de calidad superior casi rosando con el estándar HBO. Tampoco es que esperáramos una manufactura idéntica a la de «House of cards» o un «Orange is the New black» pero al menos respeto en los detalles.

Si Club de cuervos« se hubiera estrenado en un canal como el 5 quizá los elogios hubieran sido otros, pero asumir eso sería mentir, series cuidadas hemos tenido, sobran ejemplos de “Alguien más”, “Paramédicos”, “Niño Santo”, “XY”, “Soy tu fan” o “Bienes raíces”, todas transmitidas Canal Once

De cualquier manera lo invito a hacer un lado lo anterior y juzgar por sus propios ojos, valorar la serie y determinar si es mejor el guión que la producción y si la comedia de la anécdota y las actuaciones del buen elenco liderado por Luis Gerardo Méndez, Mariana Treviño  y Daniel Giménez Cacho nos harán aclamar una segunda oportunidad en forma de temporada.

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